top of page
  • Writer's pictureMelissa Ramírez Gómez

Las emociones y su relación con la forma en la que nos alimentamos

¿Te ha pasado que tiendes a comer de más cuando estás feliz, triste o aburrido? Muchas veces basamos las decisiones de nuestra alimentación según la emoción que estamos sintiendo y esto tiene diversas consecuencias, por ejemplo, en nuestro peso corporal.

Actualmente llevamos un ritmo de vida que nos exige todo de inmediato, rápido y sin descanso. Debemos estar atentos 24/7 de nuestros dispositivos móviles, del correo y de los chats en caso de que alguien nos necesite en el trabajo o en la universidad. Revisamos frenéticamente las redes sociales buscando entretenimiento cuando en realidad, todo se junta, y lo que nos llevamos es una buena dosis de ansiedad.

Los días y semanas se convierten en un sube y baja de emociones y cada vez más la forma en la que nos sentimos impulsa nuestros deseos de comer e influye en las porciones y tipos de alimentos que escogemos para alimentarnos. Tal vez te ha pasado que sin tener hambre física - o hambre real - recurres a la comida porque sientes ansiedad o porque estás aburrido.

Evolutivamente nuestro cerebro está diseñado para darnos una recompensa cada vez que comemos algo delicioso y esos cortos momentos de felicidad pasajera son capaces de satisfacer nuestra necesidad de sentirnos mejor. Es por ello que lo repetimos cada vez que queremos sentirnos mejor y no somos exigentes - nutricionalmente hablando - en lo que escogemos para comer. De hecho, entre más azúcar, grasa y sal tenga el alimento es más probable que nos inclinemos a escogerlo, puesto que esto aumentará esa sensación de placer y bienestar momentáneo.


Durante años he basado mi forma de comer según mis emociones y eso, entre muchas otras cosas, me ha hecho subir de peso. Por eso hoy quiero darte algunos tips para cuando esto te suceda:

  1. Cuando sientas la necesidad de comer, evalúa si lo que te está motivando es hambre o alguna emoción o situación que estás atravesando. Un buen ejercicio podría ser pensar en comer algo que no sea tan apetitoso (una porción de brócoli al vapor o unas zanahorias en tiras), si después de imaginar este tipo de alimentos quieres comerlos, es una buena señal de que en realidad tienes hambre.

  2. Si en definitiva sabes que es hambre, no vayas en contra de tu naturaleza, come. Si escoges algo saludable de seguro será mejor para tu salud.

  3. Si te das cuenta que vas a comer porque tienes ansiedad, estás pasando por un momento difícil, estás triste o cualquier otra emoción, lo que te recomiendo es que hables de ello con alguien de confianza o si prefieres escríbelo en alguna parte. Desahógate y busca ayuda en tus seres queridos - o en un profesional - para hablar acerca de lo que te está afectando. Muchas veces no sabemos qué no está haciendo sentir así, pero identificar que estás usando la comida como un refugio, ya es un gran avance.

  4. Bebe mucha agua, esto te mantendrá hidratado y de alguna forma lleno.

Recuerda hacer las paces con tu cuerpo y evalúa constantemente cómo es tu relación con la comida, identifica si le estás atribuyendo más responsabilidades a los alimentos además de nutrirte y darte la energía que necesitas para vivir.


16 views0 comments
bottom of page